jueves, 27 de marzo de 2008

Bodegón 4867@08


A UNA VIEJA QUE TRAÍA UNA MUERTE DE ORO
No sé a cuál crea de los dos, Viéndoos, Ana, cual os veis: Si vos la muerte traéis, O si os trae la muerte a vos.
Queredme la muerte dar Por que mis males remate: Que en mí tiene hambre que mate Y en vos no hay ya qué matar.

Francisco de Quevedo y Villegas

Atardeceres Manchegos 84567@08



A UNA ADÚLTERA
Sólo en ti, Lesbia, vemos que ha perdido El adulterio la vergüenza al cielo, Pues que tan claramente y tan sin velo Has los hidalgos huesos ofendido.
Por Dios, por ti, por mí, por tu marido, Que no sepa tu infamia todo el suelo: Cierra la puerta, vive con recelo, Que el pecado nació para escondido.
No digo yo que dejes tus amigos, Mas digo que no es bien que sean notados De los pocos que son tus enemigos.
Mira que tus vecinos, afrentados, Dicen que te deleitan los testigos De tus pecados más que tus pecados.

Francisco de Quevedo y Villegas

Cristal y683@08



A UN MÉDICO
Yacen de un home en esta piedra dura El cuerpo yermo y las cenizas frías: Médico fue, cuchillo de natura, Causa de todas las riquezas mías.
Y ahora cierro en honda sepultura Los miembros que rigió por largos días; Y aun con ser Muerte yo, no se la diera, Si dél para matarle no aprendiera.

Francisco de Quevedo y Villegas

Alcázar 9458@08



A UN JUEZ MERCADERÍA
Las leyes con que juzgas, ¡oh Batino!, menos bien las estudias que las vendes; lo que te compran solamente entiendes; más que Jasón te agrada el Vellocino.
El humano derecho y el divino, cuando los interpretas, los ofendes, y al compás que la encoges o la extiendes, tu mano para el fallo se previno.
No sabes escuchar ruegos baratos, y sólo quien te da te quita dudas; no te gobiernan textos, sino tratos.
Pues que de intento y de interés no mudas, o lávate las manos con Pilatos, o, con la bolsa, ahórcate con Judas.

Francisco de Quevedo y Villegas

Atardeceres Manchegos 457t6@08



A UN HOMBRE DE GRAN NARIZ
Érase un hombre a una nariz pegado, Érase una nariz superlativa, Érase una alquitara medio viva, Érase un peje espada mal barbado;
Era un reloj de sol mal encarado. Érase un elefante boca arriba, Érase una nariz sayón y escriba, Un Ovidio Nasón mal narigado.
Érase el espolón de una galera, Érase una pirámide de Egito, Los doce tribus de narices era;
Érase un naricísimo infinito, Frisón archinariz, caratulera, Sabañón garrafal morado y frito.

Francisco de Quevedo y Villegas

Atardeceres Manchegos 63546208


A UN CRISTIANO NUEVO JUNTO AL ALTAR DE SAN ANTÓN
Aquí yace Mosén Diego, A Santo Antón tan vecino Que huyendo de su cochino Vino a parar en su fuego.

Francisco de Quevedo y Villegas

Bodegón 84567@08



A UN BOSTEZO DE FLORIS. MADRIGAL
Bostezó Floris, y su mano hermosa, Cortésmente tirana y religiosa, Tres cruces de sus dedos celestiales Engastó en perlas y cerró en corales, Crucificando en labios carmesíes, O en puertas de rubíes, Sus dedos de jazmín y casta rosa.
Yo, que alumbradas de sus vivas luces Sobre claveles rojos vi tres Cruces, Hurtar quise el engaste de una de ellas, Por ver si mi delito o mi fortuna, Por mal o buen Ladrón, me diera una; Y fuera buen Ladrón, robando Estrellas.
Mas no pudiendo hurtarlas, Y mereciendo apenas adorarlas, Divino Humilladero De toda libertad, dije, «Yo muero, Si no en Cruces, por ellas, donde veo Morir virgen y mártir mi deseo».

Francisco de Quevedo y Villegas

Desidia


A UN AMIGO QUE RETIRADO DE LA CORTE PASÓ SU EDAD
Dichoso tú, que alegre en tu cabaña, Mozo y viejo espiraste la aura pura, Y te sirven de cuna y sepultura, De paja el techo, el suelo de espadaña.
En esa soledad que libre baña Callado Sol con lumbre más segura, La vida al día más espacio dura, Y la hora sin voz te desengaña.
No cuentas por los Cónsules los años; Hacen tu calendario tus cosechas; Pisas todo tu mundo sin engaños.
De todo lo que ignoras te aprovechas; Ni anhelas premios ni padeces daños, Y te dilatas cuanto más te estrechas.

Francisco de Quevedo y Villegas

Fresa



A LOPE DE VEGA
Las fuerzas, Peregrino celebrado, afrentará del tiempo y del olvido el libro que, por tuyo, ha merecido ser del uno y del otro respetado.
Con lazos de oro y yedra acompañado, el laurel con tu frente está corrido de ver que tus escritos han podido hacer cortos los premios que te ha dado.
La invidia su verdugo y su tormento hace del nombre que cantando cobras, y con tu gloria su martirio crece.
Mas yo disculpo tal atrevimiento, si con lo que ella muerde de tus obras la boca, lengua y dientes enriquece.

Francisco de Quevedo y Villegas

Atardeceres Manchegos 89467@08



Ya los pícaros saben en Castilla Cuál mujer es pesada y cuál liviana, Y los bergantes sirven de Romana Al cuerpo que con más diamantes brilla.
Ya llegó a Tabernáculo la silla, Y cristalina el hábito profana De la custodia, y temo que mañana Añadirá a las hachas campanilla.
Al Trono en correones las banderas Ceden en hacer gente, pues que toda La juventud ocupan en hileras.
Una Silla es pobreza de una boda, Pues empeñada en oro y vidrieras, Antes la honra que el chapín se enloda.

Francisco de Quevedo y Villegas

Atardeceres Manchegos 6345@08



A LA VIOLENTA Y INJUSTA PROSPERIDAD
Ya llena de sí solo la litera Matón, que apenas anteyer hacía (flaco y magro malsín) sombra, y cabía, sobrando sitio, en una ratonera.
Hoy, mal introducida con la esfera su casa, al sol los pasos le desvía, y es tropezón de estrellas; y algún día, si fuera más capaz, pocilga fuera.
Cuando a todos pidió, le conocimos; no nos conoce cuando a todos toma; y hoy dejamos de ser lo que ayer dimos.
Sóbrale tanto cuanto falta a Roma; y no nos puede ver, porque le vimos: lo que fue esconde; lo que usurpa asoma.

Francisco de Quevedo y Villegas

Cristal 90678@08



A LA MAR
La voluntad de Dios por grillos tienes, Y escrita en la arena, ley te humilla; Y por besarla llegas a la orilla, Mar obediente, a fuerza de vaivenes.
En tu soberbia misma te detienes, Que humilde eres bastante a resistilla; A ti misma tu cárcel maravilla, Rica, por nuestro mal, de nuestros bienes.
¿Quién dio al pino y la haya atrevimiento De ocupar a los peces su morada, Y al Lino de estorbar el paso al viento?
Sin duda el verte presa, encarcelada, La codicia del oro macilento, Ira de Dios al hombre encaminada.

Francisco de Quevedo y Villegas

Bodegón 8437208


Llueven calladas aguas en vellones blancos las nubes mudas; pasa el día, mas no sin majestad, en sombra fría, y mira el sol, que esconde, en los balcones.
No admiten el invierno corazones asistidos de ardiente valentía: que influye la española monarquía fuerza igualmente en toros y rejones.
El blasón de Jarama, humedecida, y ardiendo, la ancha frente en torva saña, en sangre vierte la purpúrea vida.
Y lisonjera al grande rey de España, la tempestad, en nieve obscurecida, aplaudió al brazo, al fresno y a la caña.

Francisco de Quevedo y Villegas

Bodegón 59@08



Al oro de tu frente unos claveles Veo matizar, cruentos, con heridas; Ellos mueren de amor, y a nuestras vidas Sus amenazas les avisan fieles.
Rúbricas son piadosas y crueles, Joyas facinerosas y advertidas, Pues publicando muertes florecidas, Ensangrientan al Sol rizos doseles.
Mas con tus labios quedan vergonzosos (Que no compiten flores a rubíes) Y pálidos después, de temerosos;
Y cuando con relámpagos te ríes, De púrpura, cobardes, si ambiciosos, Marchitan sus blasones carmesíes.

Francisco de Quevedo y Villegas

Alcázar 84567@08



Ansí, sagrado mar, nunca te oprimamenos ilustre peso; ansí no veasentre los altos montes que rodeasexenta de tu imperio alguna cima;
ni, ofendida, tu blanca espuma gimaagravios de haya humilde, y siempre seas,como de arenas, rico de preseas,del que la luna más que el sol estima.
Ansí tu mudo pueblo esté segurode la gula solícita, que amparesde Thetis al amante, al hijo nuevo:
pues en su verde reino y golfo obscuro,don Luis la sirve, honrando largos mares,ya de Aquiles valiente, ya de Febo.

Francisco de Quevedo y Villegas

Cristal 35879@08


Bermejazo Platero de las cumbres A cuya luz se espulga la canalla: La ninfa Dafne, que se afufa y calla, Si la quieres gozar, paga y no alumbres.
Si quieres ahorrar de pesadumbres, Ojo del Cielo, trata de compralla: En confites gastó Marte la malla, Y la espada en pasteles y en azumbres.
Volvióse en bolsa Júpiter severo, Levantóse las faldas la doncella Por recogerle en lluvia de dinero.
Astucia fue de alguna Dueña Estrella, Que de Estrella sin Dueña no lo infiero: Febo, pues eres Sol, sírvete de ella.

Francisco de Quevedo y Villegas

Atardeceres Manchegos 8457@08



Bastábale al clavel verse vencido del labio en que se vio (cuando, esforzado con su propria vergüenza, lo encarnado a tu rubí se vio más parecido),
sin que, en tu boca hermosa, dividido fuese de blancas perlas granizado, pues tu enojo, con él equivocado, el labio por clavel dejó mordido;
si no cuidado de la sangre fuese, para que, a presumir de tiria grana, de tu púrpura líquida aprendiese.
Sangre vertió tu boca soberana, porque, roja victoria, amaneciese llanto al clavel y risa a la mañana.

Francisco de Quevedo y Villegas

Atardeceres Manchegos 8457@08



A AMINTA, QUE SE CUBRIÓ LOS OJOS CON LA MANO
Lo que me quita en fuego, me da en nieve La mano que tus ojos me recata; Y no es menos rigor con el que mata, Ni menos llamas su blancura mueve.
La vista frescos los incendios bebe, Y volcán por las venas los dilata; Con miedo atento a la blancura trata El pecho amante, que la siente aleve.
Si de tus ojos el ardor tirano Le pasas por tu mano por templarle, Es gran piedad del corazón humano;
Mas no de ti, que puede al ocultarle, Pues es de nieve, derretir tu mano, Si ya tu mano no pretende helarle.

Bodegón 8457@08



NO ME OLVIDES
Aunque haya lejanía y terceros en nuestras almas, aunque el cielo esté tan negro que no encuentres esperanza... ¡No me olvides! Aunque descubras en tu cabello el paso de los años, aunque triste ya y vagabundo tu cuerpo no encuentre descanso... ¡No me olvides! Aunque te llame la muerte y acudas a ella sin tardar, aunque seas ya polvo y pálido tu mirar... ¡No me olvides! No me olvides nunca, vivo, o quizás ya muerto, porque polvo seré yo y te seguiré recordando, porque polvo serás tú mas polvo enamorado.

viernes, 7 de marzo de 2008

Primavera dsk256@08



MI RÍO, MI TORRENTE
Eres el río que incesante fluye, límpida savia del costado herido; mi vida llevas en tu recorrido, vida, que al alejarte, de mí huye.
Te apresuras, torrente que destruye, frenado por el valle sumergido; tal vez tu flujo cambia de sentido, y en anónimo mar al fin concluye.
De lágrimas nacida tu corriente, del dolor arrancado a mi vertiente, emergido de mí, ¿por qué te vas?
Este plañir de dolorido amante no es porque marchas siempre hacia adelante, es porque nunca miras hacia atrás.
Francisco Álvarez-Hidalgo

Dehesa manchega



DESHABITADO
Estoy deshabitado, sin rumores filtrándose por puerta ni ventana; me ignora el despertar de la mañana, con su estrépito alegre y sus colores.
Hermético recinto, en que las flores mueren de amarga soledad temprana, en la sombra, el silencio y la desgana que constituyen mis alrededores.
Sé que un mundo adyacente y verbenero, más ficticio quizá que verdadero, vibra, pulula, ofrece en la fachada.
Estuve en él, y le encontré vacío, y ahora, en este rincón que llamo mío, deshabitado vivo, con mi nada.
Francisco Álvarez-Hidalgo

Ruidera 9345689@08



MI RÍO, MI TORRENTE
Eres el río que incesante fluye, límpida savia del costado herido; mi vida llevas en tu recorrido, vida, que al alejarte, de mí huye.
Te apresuras, torrente que destruye, frenado por el valle sumergido; tal vez tu flujo cambia de sentido, y en anónimo mar al fin concluye.
De lágrimas nacida tu corriente, del dolor arrancado a mi vertiente, emergido de mí, ¿por qué te vas?
Este plañir de dolorido amante no es porque marchas siempre hacia adelante, es porque nunca miras hacia atrás.

Primavera sdkl9345@08



MUERTA
En la noche llegó, sombra furtiva, tras largo acecho en los alrededores, pisoteando en el jardín las flores, ladrón de vidas, muerte vengativa.
De insaciable avidez, tan posesiva que con nadie comparte sus horrores, ajena a los lamentos precursores de su macabra y triste comitiva.
Silenciosa avanzó por el pasillo, bajo el capuz siniestro un débil brillo al fondo oscuro de la calavera.
Subió a su lecho, la absorbió el aliento, y se apartó, exhalándolo en el viento, y su alma ya no gime prisionera

Ruidera 9346439@08



DUDA
Te imaginé primero, llegó luego, sobrenadando el campo, gentil brisa con el campanilleo de tu risa; después tu voz, mezcla de miel y ruego.
Y se fue evaporando mi sosiego... Tan grácil te acercabas, tan de prisa, que perdí claridad, te vi imprecisa, y pensé con tu luz volverme ciego.
Y hoy no te veo, sin estar seguro si es el mundo o soy yo quien está oscuro, o si nunca en verdad viniste a mí.
Ni percibo tu piel, ni oigo tu acento, ni advierto la caricia de tu aliento, y no sé si te tuve o te perdí.

Ruidera 8235728@98



DISPARIDAD
Te siembras en la noche y no germinas; tu surco, abandonado, sin abrirse a la reja del arado; desiertas, como el valle, las colinas. Estéril tierra que labrar quisiera, tornándola fecunda con esta irrigación de primavera que en ti pudiera penetrar profunda. Pero mi regadío no te llega, se me pierde en quebradas y vertientes, y yo tampoco arribaré a la siega, yermas, como tu surco, mis simientes. Oh qué disparidad inadecuada: Yo, labriego, de tierra careciendo, y tan lejos de aquí, languideciendo, tu tierra descuidada.

Caminito



DESHABITADO
Estoy deshabitado, sin rumores filtrándose por puerta ni ventana; me ignora el despertar de la mañana, con su estrépito alegre y sus colores.
Hermético recinto, en que las flores mueren de amarga soledad temprana, en la sombra, el silencio y la desgana que constituyen mis alrededores.
Sé que un mundo adyacente y verbenero, más ficticio quizá que verdadero, vibra, pulula, ofrece en la fachada.
Estuve en él, y le encontré vacío, y ahora, en este rincón que llamo mío, deshabitado vivo, con mi nada.

Primavera 946789@08



Mañana estaré cerrado por hastío pero hoy tengo de par en par abiertos mis abrazos, mis besos, mis caricias, por si te quieres resguardar de esta tormenta que está lloviendo soledad, tristeza, abatimiento, y te has dejado en casa el parapenas

Ortigosa



En el último estante, encima del tomo tres de la Historia de España, quien no tiene una Historia de España en el último estante - con la mirada azul de mar pintada a mano, la postura arrogante y las orejas tiesas, el gato de escayola me observa, me vigila expectante, agazapado tras de su condición de objeto inanimado, calculando, con la fría arrogancia con que solo un felino de adorno puede hacerlo, el momento preciso, el instante concreto en que me acerque a revisar algún capítulo de la España Mudéjar, por cierto, el tomo tres de mi Historia de España— para dejarse caer, con un sonoro golpe, en mi cabeza.

Ruidera 9345839@08



Cómo decirte que tu mirada rota, que tu sonrisa astillada contra el suelo, que tu frente partida, ensangrentada, que tu cuerpo en pedazos, que tu pelo en el barro, que tus manos crispadas, que tus ojos de muerto, como decirte, como decirte, como decirte que mereció la pena. El fuego en las entrañas, que mereció la pena. La sangre a borbotones, que mereció la pena. La carne mutilada, que mereció la pena. La metralla cortante, que mereció la pena. La muerte agonizante, la muerte por sorpresa, la muerte, siempre propia, nunca ajena, que mereció la pena.

Bienvenidos

Gracias por entrar a mi blog. En esta página veréis momento personales de mi vida,aderezados con mis fotos,unas malas y otras no tanto. Me encantaría que las comentárais. Espero que os guste.