EL MENDIGO
Al pie de una cuesta olvidada o llovida,al pie de una ajena infancia acaso, detrás de la tierray muchísimos años después de que tuviera nombre todoolvidado o llovido sólo pide en su entierro el mendigo que en monedas le sean dadas las limosnas, pocas o muchas.En monedas. De cobre o de espanto y, a veces, con el sonidode los abrazos perdidos, en monedas siempre, en monedas raídas.
Pues si alguien se olvidó de los relojesy otra noche aquí aún llegase las pondrá en los ojos, para no ver,una por una. Para no ver —noche vacía—, para no ver o para recordar saberse tan muerto como su sonido.
Santiago Montobbio
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