DON FRANCISCO DE QUEVEDO Y VILLEGAS
Puede Quevedo —polvo enamorado— alumbrar con su llama el agua fría, puede Quevedo oscurecer el día y hacer del sol eclipse desolado.
Quevedo, de sus horas desterrado, alienta envuelto en su melancolía. Quevedo está presente todavía y es un es y un será siempre cansado.
Mas quién pudiera habernos dicho tanto como él dijera en su palabra viva, quién pudiera decir tanto del llanto,
y del amor y de la amada esquiva, quién pudiera escribir como él escribe de una vida que es muerte que se vive.
Manuel Parra Pozuelo
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