
A MIS MANOS
Estos dos cangrejos pequeñitos, ensimismados e inquietos que llamo manos —por no tener otro nombre donde sostenerlos— se pasan la vida pintando, escribiendo, tramando caricias, pasiones y versos; se mueven al ritmo de la música, ¡oyendo!; se duermen tranquilos como pedazos de cielo que suelta la tarde en invierno; se pasan la vida anhelando el calor de otros sueños, —que juntos persiguen como dos buenos perros.— Son mis dos tenazas de carne y silencio, son mi voz, mi boca, mi aliento; son mis dos cangrejos que juegan juntos en la playa mientras sueño.
Abel Salazar V.Costa Rica
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