miércoles, 26 de diciembre de 2007

Bodegón 6857@07



EL DESTERRADO (1977)
Alguien recorre los senderos de Ítaca y no se acuerda de su rey, que fue a Troyahace ya tantos años;alguien piensa en las tierras heredadasy en el arado nuevo y el hijoy es acaso feliz.En el confín del orbe yo, Ulises,descendí a la Casa de Hadesy vi la sombra del tebano Tiresiasque desligó el amor de las serpientes,Y la sombra de Heraclesque mata sombras de leones en la praderay así mismo está en el Olimpo.Alguien hoy anda por Bolívar y Chiley puede ser feliz o no serlo.Quién me diera ser él.

Jorge Luis Borges

Bodegón 9684@07


LA BUSCA
Al término de tres generaciones vuelvo a los campos de los Acevedo, que fueron mis mayores. Vagamente los he buscado en esta vieja casa blanca y rectangular, en la frescura de sus dos galerías, en la sombra creciente que proyectan los pilares, en el intemporal grito del pájaro, en la lluvia que abruma la azotea, en el crepúsculo de los espejos, en un reflejo, un eco, que fue suyo y que ahora es mío, sin que yo lo sepa. He mirado los hierros de la reja que detuvo las lanzas del desierto, la palmera partida por el rayo, los negros toros de Aberdeen, la tarde, las casuarinas que ellos nunca vieron. Aquí fueron la espada y el peligro, las duras proscripciones, las patriadas; firmes en el caballo, aquí rigieron la sin principio y la sin fin llanura los estancieros de las largas leguas. Pedro Pascual, Miguel, Judas Tadeo... Quién me dirá si misteriosamente, bajo este techo de una sola noche, más allá de los años y del polvo, más allá del cristal de la memoria, no nos hemos unido y confundido, yo en el sueño, pero ellos en la muerte.

Jorge Luis Borges, 1972

Trigueros



AL HIJO
No soy yo quien te engendra. Son los muertos.Son mi padre, su padre y sus mayores;son los que un largo dédalo de amorestrazaron desde Adán y los desiertosde Caín y de Abel, en una auroratan antigua que ya es mitología,y llegan, sangre y médula, a este díadel porvenir, en que te engendro ahora.Siento su multitud. Somos nosotrosy, entre nosotros, tú y los venideroshijos que has de engendrar. Los postrimerosy los del rojo Adán. Soy esos otros,también. La eternidad está en las cosasdel tiempo, que son formas presurosas.

Jorge Luis Borges

Bodegón 9t5789i@07



AL ESPEJO
¿Por qué persistes, incesante espejo?¿Por qué duplicas, misterioso hermano,el movimiento de mi mano?¿Por qué en la sombra el súbito reflejo?Eres el otro yo de que habla el griegoy acechas desde siempre. En la tersuradel agua incierta o del cristal que durame buscas y es inútil estar ciego.El hecho de no verte y de sabertete agrega horror, cosa de magia que osasmultiplicar la cifra de las cosasque somos y que abarcan nuestra suerte.Cuando esté muerto, copiarás a otroy luego a otro, a otro, a otro, a otro…

Jorge Luis Borges

Bodegón 8677@07



AFTERGLOW
Siempre es conmovedor el ocaso por indigente o charro que sea, pero más conmovedor todavía es aquel brillo desesperado y final que herrumbra la llanura cuando el sol último se ha hundido. Nos duele sostener esa luz tirante y distinta, esa alucinación que impone al espacio el unánime miedo de la sombra y que cesa de golpe cuando notamos su falsía, como cesan los sueños cuando sabemos que soñamos.

Jorge Luis Borges, 1923

Bodegón iogj48657@07



UNA LLAVE EN SALÓNICA
Abarbanel, Farías o Pinedo, arrojados de España por impía persecución, conservan todavía la llave de una casa de Toledo.
Libres ahora de esperanza y miedo, miran la llave al declinar el día; en el bronce hay ayeres, lejanía, cansado brillo y sufrimiento quedo.
Hoy que su puerta es polvo, el instrumento es cifra de la diáspora y del viento, afín a esa otra llave del santuario
que alguien lanzó al azul cuando el romano acometió con fuego temerario, y que en el cielo recibió una mano.

Jorge Luis Borges

Bodegón 96783@07



A UNA MONEDA
Fría y tormentosa la noche que zarpé de Montevideo.Al doblar el Cerro,tiré desde la cubierta más altauna moneda que brilló y se anegó en las aguas barrosas,una cosa de luz que arrebataron el tiempo y la tiniebla.Tuve la sensación de haber cometido un acto irrevocable,de agregar a la historia del planetados series incesantes, paralelas, quizá infinitas:mi destino, hecho de zozobra, de amor y de vanas vicisitudes,y el de aquel disco de metalque las aguas darían al blando abismoo a los remotos mares que aún roendespojos del sajón y del fenicio.A cada instante de mi sueño o de mi vigiliacorresponde otro de la ciega moneda.A veces he sentido remordimientoy otras envidia,de ti que estás, como nosotros, en el tiempo y su laberintoy que no lo sabes.

Jorge Luis Borges

Nanas de la cebolla


A UNA ESPADA EN YORK MINSTER
En su hierro perdura el hombre fuerte,hoy polvo de planeta, que en las guerrasde ásperos mares y arrasadas tierraslo esgrimió, vano al fin, contra la muerte.Vana también la muerte. Aquí está el hombreblanco y feral que de Noruega vino,urgido por el épico destino;su espada es hoy su símbolo y su nombre.Pese a la larga muerte y su destierro,la mano atroz sigue oprimiendo el hierroy soy sombra en la sombra ante el guerrerocuya sombra está aquí. Soy un instantey el instante ceniza, no diamante,y sólo lo pasado es verdadero.

Jorge Luis Borges

Black ice


A UN VIEJO POETA
Caminas por el campo de Castilla y casi no lo ves. Un intrincado versículo de Juan es tu cuidado y apenas reparaste en la amarilla
puesta del sol. La vaga luz delira y en el confín del Este se dilata esa luna de escarnio y de escarlata que es acaso el espejo de la Ira.
Alzas los ojos y la miras. Una memoria de algo que fue tuyo empieza y se apaga. La pálida cabeza
bajas y sigues caminando triste, sin recordar el verso que escribiste: Y su epitafio la sangrienta luna.

Jorge Luis Borges, 1960

Ajedrez 8967@07



A UN POETA SAJÓN
La nieve de Nortumbria ha conocidoy ha olvidado la huella de tus pasosy son innumerables los ocasosque entre nosotros, gris hermano, han sido.Lento en la lenta sombra labraríasmetáforas de espadas en los maresy del horror que mora en los pinaresy de la soledad que traen los días.¿Dónde buscar tus rasgos y tu nombre?Esas son cosas que el antiguo olvidoguarda. Nunca sabré cómo habrás sidocuando sobre la tierra fuiste un hombre.Seguiste los caminos del destierro;ahora sólo eres tu cantar de hierro.

Jorge Luis Borges

Bodegón iiy867@07



A UN POETA MENOR DE LA ANTOLOGÍA
¿Dónde está la memoria de los días que fueron tuyos en la tierra, y tejieron dicha y dolor y fueron para ti el universo?
El río numerable de los años los ha perdido; eres una palabra en un índice.
Dieron a otros gloria interminable los dioses, inscripciones y exergos y monumentos y puntuales historiadores; de ti sólo sabemos, oscuro amigo, que oíste al ruiseñor, una tarde.
Entre los asfodelos de la sombra, tu vana sombra pensará que los dioses han sido avaros.
Pero los días son una red de triviales miserias, ¿y habrá suerte mejor que ser la ceniza, de que está hecho el olvido?
Sobre otros arrojaron los dioses la inexorable luz de la gloria, que mira las entrañas y enumera las grietas, de la gloria, que acaba por ajar la rosa que venera; contigo fueron más piadosos, hermano.
En el éxtasis de un atardecer que no será una noche, oyes la voz del ruiseñor de Teócrito.

Jorge Luis Borges

Bodegón 686778@07



A QUIEN ESTÁ LEYÉNDOME
Eres invulnerable. ¿No te han dadolos números que rigen tu destinocertidumbre de polvo? ¿No es acasotu irreversible tiempo el de aquel ríoen cuyo espejo Heráclito vio el símbolode su fugacidad? Te espera el mármolque no leerás. En él ya están escritosla fecha, la ciudad y el epitafio.Sueños del tiempo son también los otros,no firme bronce ni acendrado oro;el universo es, como tú, Proteo.Sombra, irás a la sombra que te aguardafatal en el confín de tu jornada;piensa que de algún modo ya estás muerto.

Bodegón 97986@07



A LUIS DE CAMÕENS
Sin lástima y sin ira el tiempo mella las heroicas espadas. Pobre y triste a tu patria nostálgica volviste, oh capitán, para morir en ella
y con ella. En el mágico desierto la flor de Portugal se había perdido y el áspero español, antes vencido, amenazaba su costado abierto.
Quiero saber si aquende la ribera última comprendiste humildemente que todo lo perdido, el Occidente
y el Oriente, el acero y la bandera, perduraría (ajeno a toda humana mutación) en tu Eneida lusitana.

Bodegón 978545@07



Huir del olvido
Más allá de la primera imagende la mirada que arrojó Dios Padre sobre estas piedrasdel mármol que revienta las cuencas de los muertosde las palabras y sílabas y nombresque faltan por nombrarde las sombras aún ocultas en el vacío y los últimos pellizcos de luz que contemplan los sentenciados.
Ahí, detrás de la lucha circular entre noches y tardes,en algún dedo que hábil señalala caída y renacimiento de las estrellas,detrás del grito de las parturientasy del equipaje del viajero que nunca se decide a partir.
Más allá, justo en el hueco que deja el dolor,en el límite preciso entre ruido y silenciome descubro con mi lápida a cuestasen franca huida del olvido.

Bodegón 8973@07



Huir del olvido
Más allá de la primera imagende la mirada que arrojó Dios Padre sobre estas piedrasdel mármol que revienta las cuencas de los muertosde las palabras y sílabas y nombresque faltan por nombrarde las sombras aún ocultas en el vacío y los últimos pellizcos de luz que contemplan los sentenciados.
Ahí, detrás de la lucha circular entre noches y tardes,en algún dedo que hábil señalala caída y renacimiento de las estrellas,detrás del grito de las parturientasy del equipaje del viajero que nunca se decide a partir.
Más allá, justo en el hueco que deja el dolor,en el límite preciso entre ruido y silenciome descubro con mi lápida a cuestasen franca huida del olvido.

Bodegón 897783207



Plegaria
Dolor:cinco letras que saben a cafécinco letras que se van con el tabaco.
En el dolor de la tarde nos perdemosen el dolor de Cristo nos refugiamos.
Hijo del dolor, el hombre.Lo disfruta, en sus fonemas se deleita pues con dolor llega a este mundoy con él se marcha a tierras lejanas,siempre con él a cuestas
y en el costado izquierdo de Diosse reconstruye,como los días y las noches —y de nuevo los días—
porque en ese costado se gestanlos abandonados, suicidas y locos;esos que no soportaron la carga del fonema, que sitiaron sus venasy buscaron contar las sílabas de su existencia,esos poetas,náufragos del dolor en el bajel vespertinoque anuncia la fingida muerte de los días.
Dolor:A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,a ti suplicamos,gimiendo y llorando,en este valle de lágrimas.

viernes, 14 de diciembre de 2007

Mare Nostrum o978@07



RIMA XIV
Te vi un punto y, flotando ante mis ojos, la imagen de tus ojos se quedó, como la mancha oscura orlada en fuego que flota y ciega si se mira al sol.
Adondequiera que la vista clavo, torno a ver las pupilas llamear; mas no te encuentro a ti, que es tu mirada, unos ojos, los tuyos, nada más.
De mi alcoba en el ángulo los miro desasidos fantásticos lucir; cuando duermo los siento que se ciernen, de par en par abiertos sobre mí.
Yo sé que hay fuegos fatuos que en la noche llevan al caminante a perecer; yo me siento arrastrado por tus ojos, pero adónde me arrastran, no lo sé.

Gustavo Adolfo Bécquer

Mare Nostrum 9678@07



RIMA XXXVI
Si de nuestros agravios en un libro se escribiese la historia, y se borrase en nuestras almas cuanto se borrase en sus hojas.
¡Te quiero tanto aún! ¡Dejó en mi pecho tu amor huellas tan hondas, que sólo con que tú borrases una, las borraba yo todas!

Gustavo Adolfo Bécquer

Mare Nostrum 978@07


RIMA XX
Sabe, si alguna vez tus labios rojos quema invisible atmósfera abrasada, que el alma que hablar puede con los ojos, también puede besar con la mirada.

Gustavo Adolfo Bécquer

Ruidera 978@07



Fingiendo realidades con sombra vana, delante del Deseo va la Esperanza. Y sus mentiras, como el fénix, renacen de sus cenizas.

Gustavo Adolfo Bécquer

Mare Nostrum 967823@07



RIMA LXVIII
No sé lo que he soñado en la noche pasada. Triste, muy triste debió ser el sueño, pues despierto la angustia me duraba.
Noté al incorporarme húmeda la almohada, y por primera vez sentí al notarlo, de un amargo placer henchirse el alma.
Triste cosa es el sueño que llanto nos arranca, mas tengo en mi tristeza una alegría... ¡Sé que aún me quedan lágrimas!

Gustavo Adolfo Bécquer

Ruidera 978@907


RIMA LXII
[Al amanecer]
Primero es un albor trémulo y vago, raya de inquieta luz que corta el mar; luego chispea y crece y se dilata en ardiente explosión de claridad.
La brilladora lumbre es la alegría, la temerosa sombra es el pesar. ¡Ay! En la oscura noche de mi alma, ¿cuándo amanecerá?

Gustavo Adolfo Bécquer

Mare Nostrum 978@07



RIMA L
Lo que el salvaje que con torpe mano hace de un tronco a su capricho un dios, y luego ante su obra se arrodilla, eso hicimos tú y yo.
Dimos formas reales a un fantasma, de la mente ridícula invención, y hecho el ídolo ya, sacrificamos en su altar nuestro amor.

Gustavo Adolfo Bécquer

Mare Nostrum 978@07


RIMA XXXV
¡No me admiró tu olvido! Aunque de un día, me admiró tu cariño mucho más; porque lo que hay en mí que vale algo, eso... ni lo pudiste sospechar.

Gustavo Adolfo Bécquer

Ruidera 9078@07



RIMA XX
Sabe, si alguna vez tus labios rojos quema invisible atmósfera abrasada, que el alma que hablar puede con los ojos, también puede besar con la mirada.

Gustavo Adolfo Bécquer

Mare Nostrum 968@07


RIMA XV
[Tú y yo. Melodía.]
Cendal flotante de leve bruma, rizada cinta de blanca espuma, rumor sonoro de arpa de oro, beso del aura, onda de luz: eso eres tú.
Tú, sombra aérea, que cuantas veces voy a tocarte te desvaneces ¡como la llama, como el sonido, como la niebla, como el gemido del lago azul!
En mar sin playas onda sonante, en el vacío cometa errante, largo lamento del ronco viento, ansia perpetua de algo mejor, ¡eso soy yo!
Yo, que a tus ojos, en mi agonía, los ojos vuelvo de noche y día; yo, que incansable corro y demente ¡tras una sombra, tras la hija ardiente de una visión!.

Gustavo Adolfo Bécquer

Ruidera 987@#89767



RIMA X
Los invisibles átomos del aire en derredor palpitan y se inflaman, el cielo se deshace en rayos de oro, la tierra se estremece alborozada.
Oigo flotando en olas de armonías, rumor de besos y batir de alas; mis párpados se cierran... —¿Qué sucede? ¿Dime? —¡Silencio! ¡Es el amor que pasa!

Gustavo Adolfo Bécquer

Mare Nostrum 7654@07


RIMA LXVII
¡Qué hermoso es ver el día coronado de fuego levantarse, y, a su beso de lumbre, brillar las olas y encenderse el aire!
¡Qué hermoso es tras la lluvia del triste otoño en la azulada tarde, de las húmedas flores el perfume aspirar hasta saciarse!
¡Qué hermoso es cuando en copos la blanca nieve silenciosa cae, de las inquietas llamas ver las rojizas lenguas agitarse!
Qué hermoso es cuando hay sueño, dormir bien... y roncar como un sochantre y comer... y engordar... ¡y qué desgracia que esto sólo no baste!.

Gustavo Adolfo Bécquer

Mare Nostrum 9678.@07



RIMA LXII
[Al amanecer]
Primero es un albor trémulo y vago, raya de inquieta luz que corta el mar; luego chispea y crece y se dilata en ardiente explosión de claridad.
La brilladora lumbre es la alegría, la temerosa sombra es el pesar. ¡Ay! En la oscura noche de mi alma, ¿cuándo amanecerá?

Gustavo Adolfo Bécquer

Ruidera 90678@07



RIMA XLV
En la clave del arco ruinoso cuyas piedras el tiempo enrojeció, obra de cincel rudo campeaba el gótico blasón.
Penacho de su yelmo de granito, la yedra que colgaba en derredor daba sombra al escudo en que una mano tenía un corazón.
A contemplarle en la desierta plaza nos paramos los dos; —Y ese —me dijo— es el cabal emblema de mi constante amor.
¡Ay! Es verdad lo que me dijo entonces; verdad que el corazón lo llevará en la mano..., en cualquier parte... pero en el pecho, no.

Gustavo Adolfo Bécquer

Mare Nostrum 9u78207



RIMA XVIII
Fatigada del baile, encendido el color, breve el aliento, apoyada en mi brazo, del salón se detuvo en un extremo.
Entre la leve gasa que levantaba el palpitante seno, una flor se mecía en compasado y dulce movimiento.
Como en cuna de nácar que empuja el mar y que acaricia el céfiro, tal vez allí dormía al soplo de sus labios entreabiertos.
¡Oh, quién así —pensaba— dejar pudiera deslizarse el tiempo! ¡Oh, si las flores duermen, qué dulcísimo sueño!

Gustavo Adolfo Bécquer

Ruidera 9678@07



RIMA XLVI
Me ha herido recatándose en las sombras, sellando con un beso su traición. Los brazos me echó al cuello y por la espalda partióme a sangre fría el corazón.
Y ella prosigue alegre su camino, feliz, risueña, impávida. ¿Y por qué? Porque no brota sangre de la herida. Porque el muerto está en pie.

Gustavo Adolfo Bécquer

Ruidera 9789@07



RIMA LVII
Este armazón de huesos y pellejos, de pasear una cabeza loca se halla cansado al fin, y no lo extraño, pues, aunque es la verdad que no soy viejo, de la parte de vida que me toca en la vida del mundo, por mi daño he hecho un uso tal, que juraría que he condensado un siglo en cada día.
Así, aunque ahora muriera, no podría decir que no he vivido; que el sayo, al parecer nuevo por fuera, conozco que por dentro ha envejecido.
Ha envejecido, sí, ¡pese a mi estrella! Harto lo dice ya mi afán doliente, que hay dolor que al pasar, su horrible huella graba en el corazón, si no en la frente.

Gustavo Adolfo Bécquer

Mare Nostrum 9678@07



RIMA XVII
Hoy la tierra y los cielos me sonríen, hoy llega al fondo de mi alma el sol, hoy la he visto... La he visto y me ha mirado... ¡Hoy creo en Dios!

Gustavo Adolfo Bécquer

Mare Nostrum 978@07



RIMA LXV
Llegó la noche y no encontré un asilo; y tuve sed ... ¡mis lágrimas bebí! ¡Y tuve hambre! ¡Los hinchados ojos cerré para morir!
¿Estaba en un desierto? Aunque a mi oído de las turbas llegaba el ronco hervir, yo era huérfano y pobre... El mundo estaba desierto... ¡para mí!

Gustavo Adolfo Bécquer

Ruidera 968@07



RIMA LII
Olas gigantes que os rompéis bramando en las playas desiertas y remotas, envuelto entre la sábana de espumas, ¡llevadme con vosotras!
Ráfagas de huracán que arrebatáis del alto bosque las marchitas hojas, arrastrado en el ciego torbellino, ¡llevadme con vosotras!
Nube de tempestad que rompe el rayo y en fuego ornáis las sangrientas orlas, arrebatado entre la niebla oscura, ¡llevadme con vosotras!.
Llevadme, por piedad, a donde el vértigo con la razón me arranque la memoria. ¡Por piedad! ¡Tengo miedo de quedarme con mi dolor a solas!.

Gustavo Adolfo Bécquer

Mare Nostrum 9678@07



RIMA LXVIII
No sé lo que he soñado en la noche pasada. Triste, muy triste debió ser el sueño, pues despierto la angustia me duraba.
Noté al incorporarme húmeda la almohada, y por primera vez sentí al notarlo, de un amargo placer henchirse el alma.
Triste cosa es el sueño que llanto nos arranca, mas tengo en mi tristeza una alegría... ¡Sé que aún me quedan lágrimas!

Gustavo Adolfo Bécquer

martes, 4 de diciembre de 2007

Cáliz



SONETO
A un amigo incomparable, regalándole un reloj
El tiempo que nos une y nos divide —frutal nocturno y floreciente día— hoy junto a ti, mañana lejanía, devora lo que olvida y lo que pide.Cuidar en él lo que al volar descuide será internarse en su relojería; y minuto a minuto y día a día, sin quererlo, aunque poco, nos olvide. Olvidados del tiempo, esos instantes, serán de eternidad; los deslumbrantes momentos del instante de lo eterno.Junio en tus manos su belleza afina; el otoño es su dócil subalterno. Tiempo y eternidad tu alma combina.
Carlos Pellicer

La sangre de los inocentes......



RECINTO
XIX
Hoy que has vuelto, los dos hemos callado,y sólo nuestros ojos pensamientosalumbraron la dulce oscuridadde estar juntos y no decirse nada.Sólo las manos se estrecharon tantocomo rompiendo el hierro de la ausencia.¡Si una nube eclipsara nuestras vidas!Deja en mi corazón las voces nuevas,el asalto clarísimo, presente,de tu persona sobre los paisajesque hay en mí para el aire de tu vida.

Bodegón 9868@07


RECINTO
VII
El paisaje decía:«¿Quién iba a sospechar, después de tantoir y venir por cuatro mares —sueños—...que en un valle pintadopor el niño sin nombre, yo sirvierapara el de ojos errantes, teatro amor?Toda su geografía del paisajevino a quedar en un rincón inédito,en un lugar cualquiera de la Manchade cuyo nombre...»Y el paisajecintilaba los Bósforos, las tardesflorentinas, la palma Río Janeiro,la grande hora de Delfos y el bazarde las tierras de España y las etcéteras,y enrollaba los mapas...Porque sólotengo los ojos dioses del paisajeechados a los pies del valle poco,inédito tal vez... Y ágil escondoel lugarcillo esbelto cuya diáfanadesnudez aligera sus contornos,sus posturas aéreas, sus pueblos de bolsillo,y sus luces audaces.Y el paisajecon su risa de siglos, mi memoriainvadía. Las puertas de las horascerráronse y quedó ya solo, dentrode la errante mirada,el valle poco —grande con su dueño—seguro al corazón como una espada.


Bodegón 89678@07



RECINTO
VI
Con cuánta luz caminojunto a la noche a fuego de los días.Otros soles no dieron sino ocasos,sino puertas sin dueño, soledades.En ti está la destreza de mis actosy la sabiduría de las vocesdel buen nombrar; lo claro del acentoque nos conduce al vértice del ámbitoque gobierna las cosas.Gracias a ti soy yo quien me descubrea mi mismo, después de haber pasadoel serpentino límite que Diospuso a su gran izquierda. Sólo túhas sabido decirme y escucharme.Sólo tu voz es ave de la mía,sólo en tu corazón hallé la gloriade la batalla antigua.¡Ten piedadde nuestro amor y cuídalo, oh vida!
Carlos Pellicer

Asesinatos )858@07



Al dejar un alma
Agua crepuscular, agua sedienta,se te van como sílabas los pájaros tardíos.Meciéndose en los álamos el viento te descuentanla dicha de tus ojos bebiéndose en los míos.Alié mi pensamiento a tus goces sombríosy gusté la dulzura de tus palabras lentas.Tú alargaste crepúsculos en mis manos sedientas:yo devolveré en el pan tus trágicos estíos.Mis manos quedarán húmedas de tu seno.De mis obstinaciones te quedará el veneno,flotante flor de angustia que bautizó el destino.De nuestros dos silencios ha de brotar un díael agua luminosa que dé un azul divinoal fondo de cipreses de tu alma y de la mía.

miércoles, 28 de noviembre de 2007

Campo Manchego 968@#07



MIRADOR UMBRÍO
Desde la torre observas cómo cae la tarde,las últimas montañas perdidas con la niebla,los árboles que ascienden levemente, el abismo,el fulgor de los astros que brillan por tus ojos.Cerca quedan las playas del Sur, ampliasy lentas, vacías a esta hora en que el marse desvanece en fuegos. Vive el mar en la brisa,su mágico vaivén como tus pasos, firmes,en este oscuro mirador, alto, insomne,distante como el humo de la ciudad en calma.Y es el tiempo que inventa su eterno desvarío,tu sombra, ya fundida con las sombras del mundo.

Bombo


JARDÍN
Delgada es esta tarde de julio,inmóvil,asida a las columnasque se alzansobre la hierba blanda Delgada es esta tarde de julioque decae con dulzura,como las manosque no atienden al sol,ni están alertaal paso de las horas... ¡Qué tristes dan los cuerposuna vez y otra vezcontra esta paz eterna,para perderse ardientespor la trama olvidadadel asombroso cielo!... (Sentados en el banco del parquese presiente la nochetras de la luz en calma,desnuda, sorprendidaen su propia penumbray silenciosa): Las palabras, la gente,en su nuevo colorla misma tarde ahora,nuestro amigo que calla:todo se borra al filo de los árboles,todo es oscuridad que se remontaazul, veladamente,lo mismo que el Jardíncerrado, se suelta en el olvidopara perderseen la aventura del ensueño.

Campos Manchegos 968@07



JARDÍN DE COLVA
Guarda mi corazón el balanceode las altas palmeras, que un aire azulagita en la noche benigna.Siento en mí sus raíces nutrirse de mi sangrey que sus altos troncos, ingrávidos, insomnes,llevan las cicatrices, las marcas cenicientasde mi alma, que un día tatuaron los dioses.En las copas se mecen frutos siempre doradosy un sol rojizo y tibio dialoga con sus ramas,en las que trinan pájaros diáfanos:unos tienen alas turquesa y otros son negros,con los ojos chispeantes de verde musgo.Oh sí, por el jardín de Colva,aún siguen paseándose las serpientes del Génesis...Y en sus veredas ladran los perros salvajesenloquecidos por los insectos.Un jardín que da al mar, a otra edad imprevista.Son sus arenas de oro molido que la mano recoge.Sobre ellas se alzan cabañas ensimismadaspor el rumor continuo de las olas,cabañas que esconden muchos fuegos secretos.Ahora atardece y languidezco.El inmenso puñal que acribilló a la tardeme alcanza en esta hora con su filo de lumbre.Oh sí: oro molido entre las manosy el sol cegándote; oro molido, granos de oro...

Campos Manchegos (7u548@07



JARDÍN
Delgada es esta tarde de julio,inmóvil,asida a las columnasque se alzansobre la hierba blanda Delgada es esta tarde de julioque decae con dulzura,como las manosque no atienden al sol,ni están alertaal paso de las horas... ¡Qué tristes dan los cuerposuna vez y otra vezcontra esta paz eterna,para perderse ardientespor la trama olvidadadel asombroso cielo!... (Sentados en el banco del parquese presiente la nochetras de la luz en calma,desnuda, sorprendidaen su propia penumbray silenciosa): Las palabras, la gente,en su nuevo colorla misma tarde ahora,nuestro amigo que calla:todo se borra al filo de los árboles,todo es oscuridad que se remontaazul, veladamente,lo mismo que el Jardíncerrado, se suelta en el olvidopara perderseen la aventura del ensueño.

Peñarroya



DESDE LA TORRE GÁLATA
Contempla allá esa luzque hacia el poniente es sangre.Esa luz que parece inventarse la ciudaden sus atardeceres. Distinta cada día,contémplala desde aquí y mira cómo asciendedesde la urbe que la sueña,mientras se van haciendo eternos los perfilesde cúpulas y de minaretes.Quisiera el alma retener para siempreeste latido vivo que llega de la entrañade la ciudad, este pálpito,este rumor infinito de vocesque se mezclan y se contradicen.Azota el viento el rostro y guarda el ojosu lágrima penúltimapara gozar la acuosa imagen del milagro.Por el Cuerno de Oro van mis sueñosque solté desde aquí, desde la Torre Gálata,como un puñado de palomas.

Peñarroya 069@07



BAZAR EGIPCIO
Desde el Bazar Egipciose expande por el aire una oleadade esencias. El humo primitivode los hogares adormece a la tarde,que huele a mar y a profecía.Triunfa en el aire, loco por el perfume,la oración desgarrada de las mezquitas,la que gime o invocael nombre santo de Alah.Miles de llamas diminutas oscilansobre las nucas tocadas de los fieles,que juntan sus congojas bajo las cúpulas.Todo me hiere: la tristeza, el perfume,la adorable cascada de colores ardientes,el mar, los rostros que me miran,las palabras aisladas; todo me hiereen esta hora inquieta de mi vida,que salta de la nada al paraíso.

Peñarroya 0986@07


MAÑANA EN KOVALAM
Asisto al despertar del nuevo díaen las hermosas playas de Kovalam.Saludan a mis ojos las palmerasagitando sus ramas solemnes como brazosy el mar, el Mar de Arabia, con sus peldañosde espuma hacia el infinito.Sobre la orilla lenguas de sal que se sucedenen un vaivén sin tregua: mueren, viven,vienen del horizonte borroso por la bruma,desde aquel horizonte que el misterio ha trazadoy hasta mis plantas llegan en su oscilar salvaje.Cuervos azules graznan en las copasy esta brisa tan dulce va aliviando las sienesen el amanecer majestuoso.Cruzan barcas oscuras a lo lejos,mientras el mar me dice furioso su mensaje.El sol, tímido ahora, hace de oro las rocaspor momentos. El sol, el mar, la vida que comienzaen las hermosas playas de Kovalam.

Bienvenidos

Gracias por entrar a mi blog. En esta página veréis momento personales de mi vida,aderezados con mis fotos,unas malas y otras no tanto. Me encantaría que las comentárais. Espero que os guste.