
RECINTO
VI
Con cuánta luz caminojunto a la noche a fuego de los días.Otros soles no dieron sino ocasos,sino puertas sin dueño, soledades.En ti está la destreza de mis actosy la sabiduría de las vocesdel buen nombrar; lo claro del acentoque nos conduce al vértice del ámbitoque gobierna las cosas.Gracias a ti soy yo quien me descubrea mi mismo, después de haber pasadoel serpentino límite que Diospuso a su gran izquierda. Sólo túhas sabido decirme y escucharme.Sólo tu voz es ave de la mía,sólo en tu corazón hallé la gloriade la batalla antigua.¡Ten piedadde nuestro amor y cuídalo, oh vida!
Carlos Pellicer
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