
UNA LLAVE EN SALÓNICA
Abarbanel, Farías o Pinedo, arrojados de España por impía persecución, conservan todavía la llave de una casa de Toledo.
Libres ahora de esperanza y miedo, miran la llave al declinar el día; en el bronce hay ayeres, lejanía, cansado brillo y sufrimiento quedo.
Hoy que su puerta es polvo, el instrumento es cifra de la diáspora y del viento, afín a esa otra llave del santuario
que alguien lanzó al azul cuando el romano acometió con fuego temerario, y que en el cielo recibió una mano.
Jorge Luis Borges
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