
CANTO DE ORFEO
Y el canto, el canto, oh Dioses, que religaba al hombre con la tierra: la dulce y beatífica que penetrará en tus huesos y abrirá tu esqueleto a la luz de los cielos, al viento de las sierras, al mar, al mar, sus infinitas olas y todas las estrellas que marca EL destino de dioses y mortales, el canto humano y celestial, demoníaco o santo, El que ha huido del mundo dejando tras de sí el desierto que crece, la gran voz de los muertos, las cenizas de la memoria que nada nombra sino el precipicio que se adelanta de la nada: Pronto Caronte, pon a tus remos alas y que mi sombra y yo fulminados seamos por el rayo que animó el canto y es hoy solo negra mortaja, solo hiedra ya seca sobre el muro que cierra el desierto que crece, aquí en mi corazón y en la voz de las zarzas hablaron a Moisés.
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