
Ansí, sagrado mar, nunca te oprimamenos ilustre peso; ansí no veasentre los altos montes que rodeasexenta de tu imperio alguna cima;
ni, ofendida, tu blanca espuma gimaagravios de haya humilde, y siempre seas,como de arenas, rico de preseas,del que la luna más que el sol estima.
Ansí tu mudo pueblo esté segurode la gula solícita, que amparesde Thetis al amante, al hijo nuevo:
pues en su verde reino y golfo obscuro,don Luis la sirve, honrando largos mares,ya de Aquiles valiente, ya de Febo.
Francisco de Quevedo y Villegas
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