
DESHABITADO
Estoy deshabitado, sin rumores filtrándose por puerta ni ventana; me ignora el despertar de la mañana, con su estrépito alegre y sus colores.
Hermético recinto, en que las flores mueren de amarga soledad temprana, en la sombra, el silencio y la desgana que constituyen mis alrededores.
Sé que un mundo adyacente y verbenero, más ficticio quizá que verdadero, vibra, pulula, ofrece en la fachada.
Estuve en él, y le encontré vacío, y ahora, en este rincón que llamo mío, deshabitado vivo, con mi nada.
Francisco Álvarez-Hidalgo
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