
Al oro de tu frente unos claveles Veo matizar, cruentos, con heridas; Ellos mueren de amor, y a nuestras vidas Sus amenazas les avisan fieles.
Rúbricas son piadosas y crueles, Joyas facinerosas y advertidas, Pues publicando muertes florecidas, Ensangrientan al Sol rizos doseles.
Mas con tus labios quedan vergonzosos (Que no compiten flores a rubíes) Y pálidos después, de temerosos;
Y cuando con relámpagos te ríes, De púrpura, cobardes, si ambiciosos, Marchitan sus blasones carmesíes.
Francisco de Quevedo y Villegas
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